El Patrimonio Industrial de Colmenar Viejo
Tejares
El trabajo de la elaboración de tejas en Colmenar Viejo se remonta a los siglos VI-VII d.C., como se ha demostrado con motivo del descubrimiento de un conjunto de estructuras junto al Puente Nuevo, y que espera su puesta en valor para su conocimiento y disfrute. Asimismo, el tejar de Santa Ana, aunque se estudió arqueológicamente, fue arrasado con motivo de la construcción de la carretera de acceso al Polígono Industrial Sur. Con todo, en el Arroyo del Pozanco se ha diseñado un paseo para valorar los restos de hornos, planta de elaboración de barro, etc., del tejar que estuvo en activo entre finales del Siglo XIX y primera mitad del S. XX.
Caleras
Dentro de este patrimonio hay que destacar el conjunto de caleras localizado en la zona de Cabeza Cana, aunque es muy probable que estas instalaciones estuvieran destinadas para su consumo en la construcción del Canal Bajo de Isabel II.
Molinos y batanes
Parte del término municipal de Colmenar Viejo se enmarca dentro de la Cuenca Alta del Manzanares, donde se puede apreciar varios restos de molinos y batanes. Su aportación histórica es muy destacada dentro de la industria molinar y batanera, dentro de la actividad textil que se desarrolló en la población entre los siglos XVII y XVIII, a través de la elaboración de ropa de baja calidad: frisas, sayales, mantas, ropas para franciscanos, etc. Contamos con una veintena de yacimientos arqueológicos, algunos de ellos, como las ruinas del molino del concejo y el conjunto de molinos y batanes de El Grajal de gran belleza. Precisamente, las excavaciones arqueológicas desarrolladas recientemente en estos últimos ingenios, junto con la extraordinaria complejidad arquitectónica que nos ofrecen varias de sus estructuras, han llevado a la Dirección General de Patrimonio Histórico a incluirlos dentro de su Plan de Yacimientos Visitables.
Minas
Los trabajos sobre la minería en Colmenar Viejo se remontan a finales de la Edad Media, según las fuentes documentales consultadas, informándonos sobre la realización de ciertos ensayos sobre veneros de cobre con cierto porcentaje de plata. En la dehesa de Navalvillar pueden visitarse dos complejos mineros denominados “Arroyo de los Maderones” y “Las Gateras”, en cuyas inmediaciones se localiza el yacimiento arqueológico de Navalahija. Las escorias de hierro de época visigoda, momento al que pertenece dicho yacimiento, también nos permiten pensar en la extracción de dicho mineral sobre veneros superficiales a lo largo de los siglos VI y VII d.C. Asimismo, hay que destacar, junto al Manzanares, el conjunto de galerías de la mina de San Marcelino-Alto de Peñalventor, del siglo XIX, y, más recientemente, de mediados del siglo XX, la mina de wolframio, junto al arroyo de en el límite con las tapias del monte de El Pardo.
Ferrocarriles
El motor del desarrollo económico y social de Colmenar Viejo se debe al ferrocarril. El 23 de julio de 1911 fue un día de júbilo para los colmenareños al quedar inaugurada la que se denominaría popularmente “maquinilla”. La Compañía Madrileña de Urbanización había conseguido su objetivo: Transportar viajeros y productos de Colmenar Viejo a la capital. Ahí entrará en acción la empresa Fomento de Obras y Construcciones, abriendo las canteras de pórfido diabásico y granito en la localidad para adoquinar y asfaltar las calles de las ciudades más importantes de España y el asfaltado de las carreteras. Colmenar Viejo sentirá un gran desarrollo socioeconómico con numerosa mano de obra a lo largo de toda la década de los años veinte, hasta la crisis definitiva que tendrá lugar en 1931, coincidiendo con la proclamación de la II República. Tras la guerra civil, la piedra se seguirá explotando, llevando bloques de piedra para la catedral de La Almudena, etc.
Los Canales de Isabel II
Por el término municipal de Colmenar Viejo discurren tres Canales de Isabel II. El denominado Canal Bajo presenta unas de las obras de ingeniería civil más importantes de España durante el Siglo XIX.
En 1857, Clifford nos dejaría un buen conjunto de imágenes sobre su construcción, cuya inauguración oficial tendría lugar el 24 de junio de 1858. Así, Madrid daba un paso gigante hacia la modernidad, poniendo el agua del Lozoya al alcance de los madrileños. Acueductos, como el Colmenarejo, serían motivo de orgullo para los ingenieros, sin olvidar el conjunto de sifones, almenaras, respiraderos, etc.
El crecimiento de la población llevó implícitamente la necesidad de más agua, surgiendo la necesidad de diseñar un nuevo Canal, en paralelo y a mayor cota del anterior, denominado Canal Alto, cuya inauguración tendría lugar el 25 de junio de 1941. Sus obras presentan una mayor austeridad, pero también son muy significativas, sirva de ejemplo el acueducto de “Mojapán. Por último, hubo necesidad de crear un nuevo Canal, El Atazar, entrando en servicio uno de sus tramos en 1966, ofreciéndonos también a lo largo de su recorrido obras de gran belleza.
El Canal de Santillana. Colmenar Viejo y la modernidad.
La necesidad de llevar agua a los barrios altos de Madrid, allí donde la presión del agua del Canal de Isabel II no era suficiente, llevó al marqués de Santillana a solicitar la construcción de un canal partiendo del Manzanares. La clave de su éxito estuvo determinada, en parte, por la elección de unos buenos ingenieros, como González Echarte y Carlos Mendoza, impulsores del Metropolitano madrileño. Entre las obras hidráulicas de su primer proyecto caben destacar el acueducto de Las Dehesas y la central hidráulica de Navallar, en 1900, la primera en suministrar energía hidroeléctrica a Madrid. Colmenar Viejo se beneficiaría con dicho proyecto, inaugurándose el alumbrado eléctrico el 7 de noviembre de 1901 y el servicio de agua a domicilio el 2 de mayo de 1902. Poco después, en 1908, se inauguraría la presa de El Grajal y el salto de Marmota, obras donde trabajarían ingenieros de la talla de José Eugenio Ribera, reconocido como “el primer gran constructor moderno de España”.